Para quienes hemos estudiado seguros nos es fácil entender que una función del seguro es resarcir una pérdida económica acaecida como consecuencia de un acontecimiento amparado. De hecho hemos leído textos donde se dice que el objeto principal del seguro “es resarcir exactamente” la pérdida sufrida sin que la indemnización le procure lucro alguno al beneficiario.
Sin embargo y aun cuando no poseo o conozco de cifras oficiales (ni extraoficiales) en Venezuela pareciera existir una escaza cultura de seguros que degenera en un uso indiscriminado o no justificado de los beneficios ofrecidos por las pólizas contratadas. Y es el caso de que aquellos que contratan una póliza de seguros, al saberse protegidos merman su interés en prevenir o protegerse de aquellos riesgos que han transferido al contratar una póliza de seguros, contradiciendo totalmente aquella premisa que dicta que el asegurado debe actuar en todo momento como buen padre de familia.
Así por ejemplo al tener un vehículo asegurado el propietario podría llegar a ser menos precavido al estacionar o aparcar su auto en lugares sin vigilancia o sin el resguardo que ofrecería un estacionamiento privado alegando que para eso cuenta con una póliza y si le roban el carro el seguro lo pagaría.
De igual manera en el área de salud suelen presentarse casos de patologías que usualmente manejaríamos en casa, pero que al contar con una póliza de seguros simplemente nos dirigimos a una clínica y de ser necesario activamos una clave de emergencia. Así una patología que nuestras abuelas hubiesen solucionado con un “Guarapo o Infusión” una pastilla o un jarabe, le implicara al seguro un gasto que supera por mucho el gasto realmente necesario.
Esta dejadez del venezolano que por más esta decir, en la mayoría de los casos carece de mala fe, al final termina afectando y perjudicando a toda la población asegurada alterando los resultados de las aseguradoras.
Así que amigos míos, antes de usar nuestras pólizas de seguros, pensemos primero si es realmente necesario ya que claro esta no es lo mismo tener calentura o quebranto a sentir los rigores de una posible apendicitis.
Sin embargo y aun cuando no poseo o conozco de cifras oficiales (ni extraoficiales) en Venezuela pareciera existir una escaza cultura de seguros que degenera en un uso indiscriminado o no justificado de los beneficios ofrecidos por las pólizas contratadas. Y es el caso de que aquellos que contratan una póliza de seguros, al saberse protegidos merman su interés en prevenir o protegerse de aquellos riesgos que han transferido al contratar una póliza de seguros, contradiciendo totalmente aquella premisa que dicta que el asegurado debe actuar en todo momento como buen padre de familia.
Así por ejemplo al tener un vehículo asegurado el propietario podría llegar a ser menos precavido al estacionar o aparcar su auto en lugares sin vigilancia o sin el resguardo que ofrecería un estacionamiento privado alegando que para eso cuenta con una póliza y si le roban el carro el seguro lo pagaría.
De igual manera en el área de salud suelen presentarse casos de patologías que usualmente manejaríamos en casa, pero que al contar con una póliza de seguros simplemente nos dirigimos a una clínica y de ser necesario activamos una clave de emergencia. Así una patología que nuestras abuelas hubiesen solucionado con un “Guarapo o Infusión” una pastilla o un jarabe, le implicara al seguro un gasto que supera por mucho el gasto realmente necesario.
Esta dejadez del venezolano que por más esta decir, en la mayoría de los casos carece de mala fe, al final termina afectando y perjudicando a toda la población asegurada alterando los resultados de las aseguradoras.
Así que amigos míos, antes de usar nuestras pólizas de seguros, pensemos primero si es realmente necesario ya que claro esta no es lo mismo tener calentura o quebranto a sentir los rigores de una posible apendicitis.
Marty Leal 08/07/2009
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