“Que cada quien pague por su riesgo”: Esta es la tendencia
entre las aseguradoras
La tendencia del mercado es personalizar el costo de las
pólizas a fin de que un usuario asuma solo lo que le corresponde a él. Con ello
se eliminaría el promedio al calcular el valor del servicio.
“Tomar un seguro es costoso en comparación con los servicios
que ofrecen”. Esa es una de las conclusiones del estudio sobre ‘Demanda de
Seguros en Colombia’, realizadas por Fasecolda y divulgadas en mayo pasado.
Esta apreciación responde en buena medida la pregunta sobre
¿por qué los colombianos no se protegen contra los riesgos que enfrentan tanto
a nivel personal como de sus bienes?
Las aseguradoras tienen claro que uno de los principales
problemas del negocio es el círculo vicioso que existe en la relación con los
clientes potenciales. La gente no compra seguros porque percibe que los precios
de las pólizas son altos, y la industria aseguradora no puede bajar las tarifas
porque no existe una masa crítica de usuarios que le permita hacerlo sin
afectar la rentabilidad del negocio.
La encuesta también señala que los reparos sobre el precio
de las pólizas, aunque están relacionados con el ingreso de los hogares, buena
parte de las personas de estratos altos también percibe que los seguros son
costosos (“Apenas el 30% de los hogares que tienen activos considerables están
asegurados voluntariamente).
QUÉ SE ESTÁ HACIENDO
Ante esta realidad, ¿qué están haciendo las compañías para
evitar que los usuarios sigan pensando que asegurarse sale caro?
La estrategia está en marcha. Las empresas buscan
personalizar el valor de las pólizas para hacer que el precio de protegerse sea
más justo con los clientes, es decir, que cada cual pague por su riesgo y no
por el de los demás. Hoy, en la mayoría de los casos, el costo de la protección
se obtiene del riesgo promedio calculado para cada actividad o tipo de
cobertura.
Daniel Cortés, presidente de la multinacional oldmutual,
sostiene que la “compañía está trabajando en el desarrollo de un sistema que le
permita acopiar la información de cada asegurado, para que el valor de las
pólizas no sea producto del promedio del riesgo de todos los clientes, sino
únicamente de quien toma el servicio. Es decir, que el costo de la póliza se
reduciría para quienes presenten menos riesgos”.
Y ¿cómo se obtiene la información para calcular el valor de
la póliza de manera personalizada? Expertos en el tema dicen que para ello es
necesario que haya un cambio de cultura, tanto de los usuarios como de las
compañías.
Por un lado, los clientes deben entender que el suministro
de información verídica sobre su comportamiento, sus hábitos y su estilo de
vida, no solo harán que la relación con la aseguradora sea transparente, sino
menos costosa.
Por su parte, las empresas de seguros están obligadas a
garantizar la confidencialidad de los datos de quien toma la póliza, y a
aplicar una tarifa individual que refleje únicamente lo que cuesta proteger a
ese usuario, a fin de que este no sienta que le están cobrando los riesgos de
los demás.
Por ahora, hay consenso en el sector asegurador, en el
sentido de que el futuro del negocio viene con un atractivo ‘plan de premios’
por buen comportamiento, hábitos saludables y estilos de vida asociados a lo
que se conoce como ciudadanos de bien.
HAY QUE HACER HISTORIA
Para los usuarios de los seguros, hacer historia no solo es
un asunto clave, sino que cada vez cobra más importancia. Carlos Varela,
vicepresidente Técnico de la Federación de Aseguradoras de Colombia
(Fasecolda), señala que la personalización del valor de la póliza es más justa
con los usuarios.
“En un seguro de vehículo, por ejemplo, la historia del
afiliado se obtendría mediante el seguimiento a sus recorridos, el cumplimento
de las normas, si son frecuentes los viajes por carretera, etc. Así se establece
su perfil de riesgo, para efectos de determinar el valor de la póliza”.
Esto significa que, a la hora de conducir, ser prudente
paga. Es más, esta estrategia es aplicable para muchos tipos de seguros. En
conclusión, la tendencia del sector muestra que en materia de costos de seguros
está claro que el pasado sí cuenta.
UN NEGOCIO CON ALTOS NIVELES DE RESPONSABILIDAD SOCIAL
Los resultados del estudio de Fasecolda confirman el elevado
impacto social de la industria aseguradora. Está claro que una comunidad
desprotegida no tiene futuro.
Según las conclusiones de la encuesta, existe alta
vulnerabilidad financiera de los hogares y elevado grado de sensibilidad en sus
ingresos, especialmente cuando se registra la pérdida del jefe del hogar, los
cual es determinante en la decisión de tomar un seguro.
Esta situación aumenta la responsabilidad de las firmas
aseguradoras de examinar el sistema de cálculo de los costos de las pólizas. No
se puede olvidar que, de los 13,5 millones de hogares que hay en el país, solo
en 1,4 millones, uno de sus miembros cuenta con algún tipo de seguro de vida.
Si no se hace algo por mejorar el nivel de aseguramiento, de ocurrir un gran
siniestro, el 39 % de los hogares, que incluso no son pobres, caerían en la
pobreza.
En conclusión, las aseguradoras tienen una tarea pendiente:
encontrar un punto medio para la oferta y la demanda, y eliminar las
diferencias entre lo que la firma cree que vale su servicio y lo que el usuario
considera justo pagar.
Las empresas deben garantizar que los intereses del público
están celosamente resguardados. “Si una empresa cobra lo adecuado, tendrá
reservas para atender los siniestros”, afirma Rodrigo Silva, miembro de la
Asociación Colombiana de Actuarios.
Fuente: Portafolio por Édmer Tovar M.