Perfección es un
concepto que procede del latín perfectĭo y que refiere a la
condición de aquello que es perfecto. Lo perfecto, por su parte, es lo que no
tiene errores, defectos o falencias: se trata, por lo tanto, de algo
que alcanzó el máximo nivel posible.
Yo por mi parte prefiero verlo o entenderlo desde el punto
de vista del poeta Mario Benedetti
quien en vida diría que «La perfección es una pulida colección de
errores», pues para mí, nada es propiamente perfecto, sin embargo hay
quienes tratan con entusiasmo ser o crear algo perfecto y para ello no basta
con hacer las cosas bien, habrá que trascurrir por muchas etapas y en cierto
grado practicar aquello de “ensayo y error”. Como personas si queremos alcanzar
la perfección debemos prepararnos, pulir nuestras habilidades en pro de aquello
en lo cual queremos ser perfectos, debemos aprender de nuestros errores,
conocer nuestras fortalezas pero sobre todo conocer nuestras limitaciones,
nuestras carencias y en si entender que tener debilidades no impedirá que
seamos buenos en lo que hacemos.
Debemos aprender a lidiar con esto, por ejemplo en el campo
de los negocios si deseamos tener un emprendimiento, los expertos recomiendan
asociarse o contratar a una persona que destaque o que tenga habilidades
probadas en aquello en lo que nosotros tenemos carencias.
De igual manera en nuestra vida cotidiana deberemos manejar esto. En una analogía de mi vida personal puedo
hacer referencia a un hecho familiar, pues verán en mi familia gustan de jugar
domino, un juego que entiendo pero en el cual soy pésimo, no
obstante entiendo que este es un juego de números donde ciertamente está
presente el azar, pero que al ser un juego de números como ya dije, se debe
jugar bajo cierta lógica y los buenos jugadores llevan un conteo, razonan y buscan
predecir, anticipar e incluso condicionar las jugadas, sin embargo al entender
esto yo he logrado sacar provecho de mis carencias, ya que entiendo que el jugador
(el que se considera buen jugador) espera bajo su razonamiento que sus
contrincantes jueguen bajo “cierta lógica” y al estar frente a alguien que
juega en forma desordenada o que no juega según la lógica esperada los
desorienta y afecta tanto su juego que potencia mi probabilidad de ganar, tanto
es así que puedo decir que en las últimas dos veladas en las que jugué, no perdí
ni una sola vez a pesar de ser un mal jugador.
Tal vez nunca lleguemos a ser perfectos pero con seguridad
podemos ser cada día mejores.
Marty
Frederick Leal Carmona
Asesor de Seguros
& Servicios Inmobiliarios
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